Pese a los artículos académicos publicados en los últimos años sobre la "visibilización" de los individuos y colectivos transexuales, travestis, gays y hombres que tienen sexo con hombres y no asumen ninguna identidad en relación con sus prácticas sexo-afectivas de orden homoerótico, visibilidad que a menudo se identifica con la mera aparición o el crecimiento del sector comercial "gay" (bares, caferías, tiendas, saunas, etc), no cabe ninguna duda de que en México, al igual que en muchas otras perras partes del mundo humanizado, la discriminación familiar, social, laboral y sanitaria sigue presenta en la vida cotidiana de dichas personas no-heterosexuales.
BREVE DESCRIPCIÓN DEL PANORAMA DISCRIMINATORIO EN MÉXICO
Según hemos podido constatar en el estudio que llevamos a cabo el año pasado en el Colectivo Sol para el proyecto del Fondo Mundial, esta discriminación empieza desde la niñez y tiende a ser fomentada desde los espacios privados, desde la familia y los amigos y compañeros de escuela.
Tras esta etapa de adaptación e internización del estigma, la discriminación y el rechazo social, ligados a una cultura homofoba y heterosexista, se van hallando en distintos momentos del aprendizaje y en la mayoría de los ámbitos sociales y hasta íntimos que atraviesa la persona no-heterosexual, en especial si su aspecto físico "delata" su no pertenencia a la mayoría heterosexual.
La discriminación social admite así varios grados, que dependen de la vestimenta, de los ademánes, del estilo de vida: para los varones que tienen sexo con personas de su mismo sexo, cuanto más aparenten ser "del otro bando", es decir, cuanto más afeminados se vean, más rechazo experimentaran.
La discriminación social admite así varios grados, que dependen de la vestimenta, de los ademánes, del estilo de vida: para los varones que tienen sexo con personas de su mismo sexo, cuanto más aparenten ser "del otro bando", es decir, cuanto más afeminados se vean, más rechazo experimentaran.
La discriminación social es tan generalizada que llega a ser incluso admitida, aceptada, interiorizada y reproducida por las mismas poblaciones no-heterosexuales, en especial por las más estigmatizadas (por su apariencia, por su identificación genérica y por su situación social en general más vulnerable), es decir las transexuales, los travestís y, en menor medida, los varones considerados "afeminados".
La discriminación se produce y reproduce en todos los contextos geográficos, si bien tiende a ser aún más violenta en ámbitos rurales y en ciudades medianas del Estado Mexicano como Puebla y Oaxaca de Juárez, con matices en lo estados de Oaxaca y Sinaloa. Además, suele tener un efecto boomerang, ya que las personas discriminadas, al igual que los judíos respecto de los palestinos, discriminan, rechazan, apartan, insultan, violentan a sus semblantes: es así como la homofobia y la transfobia son herramientas formidables de control y dominación, que llevan a las propias poblaciones no-heterosexuales a hacer con sus pares lo que les desagrada que hagan con ellos.
Por dentro, la discriminación se centra en especial en las personas consideradas afeminadas por su vestimenta, sus adémanes y sus expresiones: la "jotita", el "pasivo", el "afeminado", son objeto de múltiples discriminaciones y hasta violaciones. La discriminación no sólo está ligada a la homofobia, sino a la centralidad del macho. La ausencia de virilidad y masculinidad es criminalizada: basta con leer algunos pocos perfiles de Manhunt (caza de hombres: se trata de la página de encuentros entre hombres más conocida y utilizada en México) para confirmar que lo "gay" se define por su situación en la jerarquía del poder masculino.
DISCRIMINACIÓN E INSTITUCIONES PÚBLICAS
Las instituciones públicas, de educación, de justicia, de seguridad pública y de salud son las primeras en discriminar a las poblaciones no-heterosexuales.
Desde la escuela, el gay es rechazado, apartado, insultado por sus propios compañeros y por el profesorado. La policía aparece como la principal institución de violación de derechos humanos, al usar los agentes policiacos su poder e impunidad relativa para extorsionar a las poblaciones transexuales y travestís, bisexuales y gays, cuando ejercen el trabajo sexual en la vía pública, e incluso cuando llevan a cabo una actividad muy legal como es el abrazarse o besarse.
Es más: en los diagnósticos participativos realizados por el Colectivo Sol, nos informaron de múltiples agresiones sexuales, abusos que quedan en la impunidad por las amenezas de venganza y la dificultad, para las personas discriminadas y violentadas, de acceder a la protección y a servicios de justicia, por la vulnerabilidad y el silencio que caracterizan sus vivencias y modos de vida. Las personas no-heterosexuales, en especial las que ejercen el trabajo sexual, son matratadas, física y psicológicamente, por medio de chantajes, robos, golpes.
En cuanto a los servicios de justicia y los centros penitenciarios, la situación no es mejor: las instituciones encargadas de proteger y defender, aplicar la legislación y el derecho constitucional son ámbitos de peligro y discriminación para las poblaciones gays, transexuales y travesís: nada extraño, entonces, que dichas personas no acudan a aquellas instituciones cuando sus derechos han sido violados, cuando han sido discriminadas o agredidas: el miedo es la mejor protección, evitar los servicios de justicia y policía una condición para la supervivencia. Es asi como muchos delitos ni siquiera tienen la oportunidad de ser reportados.
La discriminación laboral es especialmente fuerte para las personas afeminadas, las transexuales y los travestís, empujándoles a aceptar trabajos precarios, mal considerados, y a prostituirse. El rechazo del mercado laboral por una parte, y la discriminación y el estigma en el ámbito laboral por otro, forman un círculo vicioso que produce una mayor separación del resto de la sociedad, acentuando aún más la vulnerabilidad de los individuos no-heterosexuales. Además, en varios puntos de la geografía mexicana se reportaron abusos por parte de varias empresas, con la obligación a hacer la prueba de detección de VIH en la contratación, o para ascensos.
La discriminación laboral es especialmente fuerte para las personas afeminadas, las transexuales y los travestís, empujándoles a aceptar trabajos precarios, mal considerados, y a prostituirse. El rechazo del mercado laboral por una parte, y la discriminación y el estigma en el ámbito laboral por otro, forman un círculo vicioso que produce una mayor separación del resto de la sociedad, acentuando aún más la vulnerabilidad de los individuos no-heterosexuales. Además, en varios puntos de la geografía mexicana se reportaron abusos por parte de varias empresas, con la obligación a hacer la prueba de detección de VIH en la contratación, o para ascensos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario