Hace muchos años, cuando todavía la palabra SIDA no había sido sustituida por el término VIH en los discursos sociales, y que el
mismo drama de ser infectado afectaba al sistema inmunitario de uno por
el temor a la muerte súbita, por falta de información sobre el nuevo
padecimiento que tal la lepra, había arrancado a los amantes, a los
amigos, a los cuates de los panas de los amigos de toda la vida, al
menos de una vida homosexual muy intensa, de fugitivos ligues
compartidos y viajes y saunas y baños de vapor, en fin, cuando la pena y
la carencia de unas orientaciones (médicas, psicológicas, etc) para
atender el diagnóstico (y su noticia), los más viajados e informados,
los más preparados, los militantes, empiezan a redescubrir algunas
recetas de abuela, a buscar información sobre formas naturales de
cuidado, para fortalecer lo más posible su sistema inmunitario.
Soy
de los que piensan que no existe más separación entre cuerpo y alma,
entre vida y muerte, que la analítica, porque nuestro modo de pensar es
dicotómico. Nos es difícil, muy difícil, aceptar que la vida es un aprendizaje, celular también, de la muerte.
La experiencia de la muerte como tal no existe...sino en la vida misma!
O admitir que las dimensiones materiales y emocionales (o espirituales)
están conectadas e incluso, estoy cada vez más convencido, tan
interdepedientes que no son sino la misma cosa, su distinción siendo el
resultado de varios siglos de ideologías racionalistas, negociadas con
simbologías católicas, para hacernos creer que nuestros actos no tienen
ninguna trascendencia en un más allá, una matriz a la que pertenecemos
todos, junto con los demás elementos de la diversidad "material" e
inmaterial planetaria de los que también estamos en parte hechos (somos
un conjunto de células, al igual que los árboles o los mariscos). Somos
lo que comemos...y en este sentido, somos un producto de la tierra y de
sus universos vegetales, minerales y animales.
Cuando
todavía no existían los ARV, las personas afectadas por el VIH, para
fortalecer su sistema inmunitario, es decir, subir al máximo sus
plaquetas y mantener sus CD4 a buen nivel, fueron utilizando terapias
nutricionales, marginales y marginadas, todavía hoy, de la atención al
VIH por el privilegio del que goza la medicalización en nuestros
sistemas posmodernos públicos o semi-públicos, estatales, de salud.
Así, desde Europa un militante y artista gay mexicano, a finales de los
80, escribe que come mucha fruta y llega a beber varios litros de
betabel al día, la cual es buena para la sangre y la absorción de
proteínas. Coincido con él: un jugo de betabel con plátano y naranja
sabe delicioso, y parece una buena mezcla para absorber la fruta y el
plátano. Son varias vitaminas y potasio, además de todas las propiedades
de la remolacha. Creo que este conocimiento perdido, ya que convertido
en innecesario por la aparición de ARV, tratamientos sobre los cuales se
centra mayoritariamente la atención sanitaria pública en México, debe
de documentarse, recuperarse, y poder incorporarse en las formas de
vivir el VIH en México. En Veracruz, casualmente, mientras estaba
viendo, en un herbolario, complementos que pudieran aumentar mi nivel de
absorción de las proteínas, conocí a unas mujeres, que llevaban varios
años viviendo con cáncer, sin tratamiento médico "tradicional" (es
decir, más bien, occidental), y que seguían varias terapias, tanto
emocionales, como nutricionales (plantas, complementos,
etc).
Iré
introduciendo e integrando progresivamente la información que fui
descubriendo a partir de estas pláticas, en webs sobre nutrición o de
medicina, lo que fui aprendiendo de mis propias experiencias, así sobre
las posibilidades empíricas de dichas terapias alternativas, naturales y
poco costosas, que pueden completar los efectos de tratamientos
médicos, los cuales se enfocan en evitar el mayor desarrollo del VIH, y
no tanto en el fortalecimiento del sistema inmunológico para elevar el
nivel de CD4 y nuestras defensas.
DIETA BALANCEADA
El
sistema inmunitario necesita de una dieta balanceada (nivel
equilibrado de componentes vegetales, minerales y animales), compuesta
de una cantidad dada de raciones de proteína animal contra otras tantas
de cereales, y lo mismo de frutas y verduras.
En
mi caso, se me bajaban las plaquetas; además tenía graves problemas
estomacales y acababa de tener una hemorragia interna de origen
desconocida, por la cual había sido ingresado a urgencias. La
nutricionista me recetó 6 comidas al día: 3 completas, 3 pequeñas. Del
betabel sacaba mi ración de verdura por la mañana, la fruta del jugo, el
jamón y el queso del sandwich me proporcionan las proteínas animales y
las vitaminas básicas. Una manera de blindar el organismo, además de recuperar peso.
Cada 3 horas, la proteína animal (que no absorbía bien) iba
proporcionándome las energías que necesitaba, re-equilibrando la máquina
de cierta forma.
En
cuanto a las proporciones de la dieta que al principio se me
proporcionó, me parece recordar que, en las comidas completas, eran 2
porciones de verdura, 1 ración de fruta contra 2 o 3 raciones de
proteína animal (queso, yogurt, carnes, pescado, etc, sobretodo los
mariscos tienen mucha proteína, el atún también) y 1 o 2 de cereal. Yo a
esto le añadiría aguas minerales, algunas bebidas para deportivos. He
descubierto que los sueros en botella, de algunas marcas, son muy
buenas.
A
esas comidas completas se añadían las pequeñas a media tarde, media
mañana y antes de dormir: 1 de cereal y 1 de proteina animal (leche con
cereal, sandwich con queso y jamón de pavo, por ejemplo). Al principio
era difícil: no tenía hambre, o tenía hambre todo el día!! O ganas de
otra cosa...¡de azúcar más que de carne!
He
ido adaptando esta dieta en función de 1) mi dieta en la infancia (¿qué
comía en la infancia y adolescencia que no como en estos momentos?,
¿qué me falta?; 2) cómo me sentía (mareos, diarreas, etc), llegando a darme
cuenta de los momentos en que se me habían bajado las plaquetas y
relacionándolo con lo que había tomado en las horas
anteriores...y me daba los pequeños mareos, empezaban otra vez los
desequilibrios en el andar, me sentía horriblemente cansado precisamente
a las 3-4 horas de no haber tomado la proteína animal acompañada de su
cereal. Entonces empecé a entender que era más o menos un ciclo de
absorción, digestión y parcial "uso" de aquellas últimas proteínas ingeridas.
Como un motor, y como para él de un bebé, mi cuerpo necesitaba cada tres
horas su gasolina. Así fue cuando empecé a tomarme en serio -a tener
fe en- lo que me había recetado la nutricionista.
Con
ese plan, subí mis plaquetas a un nivel normal en muy pocas semanas,
recobrando progresivamente mis fuerzas. Las diarreas fueron
disminuyendo, y hoy en día no tengo, salvo cuando me descuido, problemas
de digestión ni padezco riesgos de desidratación. Y sí, no solo volví a
recobrar mi peso en dos meses, sino que subí a una cifra record! Si lo
volví a perder luego, es precisamente por descuido, por impaciente,
porque hay momentos en que no tengo hambre; ahora bien, los efectos de
las terapias nutricionales sobre el sistema a menudo se notan hasta
después de muchos meses de cuidados. Es decir, si de repente salgo dos
días seguidos a bares, tomo mucho alcohol (el cual baja las plaquetas,
unas bebidas más que otras), como poco, o solo unas porciones de carne,
pero no cuido lo demás, mi esfuerzo de varios días, quizás semanas, se
vuelve inútil e impróspero. O si me salto una comida...
El
cuidado de la salud alimentaria pasa por una responsabilización,
implica modificaciones en nuestro comportamento y modo de vida. Una
concientización del grado de riesgo que conllevan nuestros hábitos
sobre nuestra salud. Implica conocer las propiedades y efectos de lo que
comemos, para poder actuar en función de cómo nos sentimos a la hora de
elegir nuestro menú. Por ejemplo, rápidamente fui adaptando a la
situación los consejos de la nutricionista: cuando bebo cerveza, como
más carnes
(cada litro de cerveza calculo dos raciones más de carne o proteína
animal) y tomo mucha agua al llegar a casa. Si no lo hago así, al día
siguiente me suelo sentir muy cansado, el cuerpo dolido e...indispuesto
estomacalmente. Así me evito la diarrea, que incentiva los problemas de
absorción, e implica un riesgo de hemorragia.
Al blindarse uno el
estómago con los minerales y las vitaminas de la verdura, garantiza una
mayor digestión y asimilación de los demás componentes necesarios al
mantenimiento de un sistema inmunitario fuerte (los cereales y las
proteínas animales). Cuando me duele la cabeza, suele ser por abusos en
las proporciones de grasas y carnes, o después de comer algo que llevaba
mucho azúcar o cualquier otro ingrediente que me bajará el nivel de
plaquetas. Meramente tomo medicinas cuando realmente es dolor es
inaguantable, cuando la nausea no pasa después de un tiempo. En general
comiendo mejor y algo fácil de digerir se me pasa.
LAS PROTEÍNAS ANIMALES
El
pavo tiene más tipos y cantidades de proteínas que las demás carnes,
aunque menos que muchos pescados y mariscos, y se absorbe más
fácilmente; es más digestivo todavía que el pollo. En general me
recomendaron evitar las carnes grasientas, preferir las molidas, porque
las grasas (aceites) de la cocción inhibien su asimilación, y se
pierden también parte de las proteínas aprovechables de la carne, además
de que causan problemas de colesterol, de circulación sanguínea,
cáncer, etc.
Claro:
en mi caso, como no comía carnes ni como huevos, significó un drástico
cambio en mi dieta el comer tantas raciones de proteína animal. Ahora me
encanta el pavo en pechuga cuadrada presentada en paquete de 200 gramos
del Oxxo (lo confieso), y me alimento con mucho pollo, carne picada (de
vacuno), evito el puerco (mucha grasa, poca proteína, es una carne
pobre...de ahí quizás, que sea la más barata en cualquier lugar del
mundo). Pero creo que cada uno se tendría que hacer su mapa alimenticio,
según sus carencias, necesidades, costumbres de pequeño, esfuerzo
físico y horarios... A mi faltaba hierro y otros minerales, y además de
los aportes del huevo. Ahora me hago más crepas con mucho queso y jamón
de pavo, de vez en cuando me hago pechugas de pollo empanizada, para así
integrar el huevo a mi alimentación (tengo cierto grado de intolerancia
al huevo: no lo puedo comer sólo, pero sí mezclado).
LA VERDURA Y LA FRUTA
La
verdura no es...la lechuga que te ponen en el taco o en el sandwich! O
sea, verdura, con hierro y demás minerales que uno necesita para blindar
su sistema inmunitario. Son varias familias: las verduras...verdes
tienen un alto nivel de hierro, magnesio, y otros minerales
imprescindibles para la vida humana, para el fortalecimiento del
estómago, para la digestión: las acelgas, las cuales tienen una gran
proporción de hierro y son digestivas, sobre todo en cremita (batida con
un poco de crema, una pizca o dos de sal, pimienta negra), luego las
demás verduras verdes y blancas: espinacas (algo menos de hierro que las
acelgas), el calabacin, el puero, con menores cantidad de hierro y
menos difestivas.
Luego estarían las verduras...blancas: la col, el
coliflor, el nabo...La vitaminas B de la zanahoria y de la cabalaza (que
en México llaman "castellana"), también, son fundamentales ya que su
carencia impide la buena absorpción de las proteinas animales y
sustitutas (algunas algas, las legumbres y ciertos cereales tales como
las lentejas y el frijol, sustituyen en parte las proteinas
animales...aunque algunos vegetarianos y veganos acaban padeciendo de
graves carencias después de unos años de no comer carnes/productos de
proveniencia aninal).
En
cuanto a la fruta, se merece un capítulo especial y aparte, ya que, al
parecer, a menudo algunas frutas son más aprovechables por nuestro
cuerpo tomadas aisladamente o según los otros alimentos con los cuales
van acompañadas.
CEREALES, FRUTOS SECOS Y LEGUMBRES
A
todo esto se añaden unos complementos importantes, que aportan otras
enzimas que van a reaccionar con nuestros aportes minerales, vegetales y
animales. Así la serotonina del cacao, de la nuez y de la almendra, así
el azucar no saturado de la fruta seca. La serotonina es aquel elemento
que actúa sobre la regulación del apetito, del sueño y del deseo
sexual, y por ende, nuestros estados de humor y nuestras emociones.
Podemos
recomendar un yogurt con pedazitos de nuez y unas pasas, con un poco de
coco rallado, frutas y algo de miel, variando los cereales, de
preferencia integrales, entre la avena que contiene hartos
carbohidratos, mucha proteina, vitaminas B1 y B6 así como calcio en
bastante candidad; y el amaranto, tan central en las costumbres y la
religión mayas, siendo el principal aporte de proteinas de los pueblos
centro-americanos hasta la colonización; por citar algunos ejemplos más
empalagosos de la geografía del cereal y de sus propiedades tan
completas.
LA QUÍMICA ALIMENTICIA
Dos
factores más influyen en la manera en que los alimentos van a poder ser
digeridos y asimilados por nuestros cuerpos (además de tener determinar
en parte el sabor de los alimentos) : el tipo y el tiempo de coción por
una parte, y las mezclas por otra.
En
caso de tener problemas estomacales, úlceras, etc. (sintomas de
infección por VIH), nos suelen recomendar evitar comer la fruta, la
verdura o la carne sin cocer, ya que es poco digestivo, y hasta
agresivo, para el estómago. Se acabaron las ensaladas de
tomate-aguacate-pepino-lechuga acompañada de vinagreta a la hora de la
cena! El tomate es agresivo para el estómago, el pepino y la lechuga son
muy pobres, el aguacate es una fruta grasienta y algo inutil... Pero
cuanto más tiempo de cocción le demos a nuestro platillo, menor es el
"aprovechamiento" de las proteinas vegetales (se queman y evaporan). Yo
intento aprovechar cada porro de la verdura o de la fruta, ya que hago
muchas
cremas (reaprovechando el agua de la coción: solo se pierde lo que se
evapora al hervir), y compotas de manzana y perra.
Por
otro lado, las verduras y las frutas se asimilan mejor cuando están
molidas (o cocidas en agua). Y la mezcla entre distintas verduras, entre
verduras-legumbres-carnes-cereales, suele potenciar el efecto de cada
proteina: de ahí que lentejas con carne más arroz sea una mezcla muy
apropiada a quien quiera subir de peso o potenciar su organismos
(deportistas, etc...). Se puede hacer un guiso de pollo con fruta
(manzana, mango), cebolla, calabacín, y el tomate cocido ya no está tan
agresivo. Le añadimos agua a todo esto tras freirlo con muy poco aceite y
algunas especias y un poco de maizena, chiles, pimienta, lo tapamos. Se
va haciendo una buenisima salsa y se cocen juntos la fruta, la carne y
la verdura, a lo que añadiremos una ración de arroz para completar el
menú: según parece, el efecto se multiplica por la mezcla.
Aunque,
cuando empezamos a perdernos en la química alimenticia, en las
distintas propiedades de cada proteína, y a su vez de las celulas que
las componen a un nivel más bajo, acabamos percatándonos de que ésta es
mucho más compleja que lo que nuestro cerebro pueda masticar, y supongo
mucho más variada, subjetiva, sujeta a cambios y a influencias de
múltiples índoles, que lo que las recetas puedan preveer y explicar.
En
las próximas semanas, iremos viendo con mayor precisión cuáles son las
propiedades de los distintos cereales, de algunas plantas, en especial
de la sábila, de raíces (patatas y batatas, betabel), carnes y
legumbres, así como sus supuestos efectos sobre la maquinaria
individual. Les dejo saboreen la idea...
Reno.
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